25/2/10

CUAUHTEMOC "TEMO" FIGUEROA: EL OBAMA LATINO







César Chávez y Los Figueroa

(Libro Obama Latino, fragmento, Capítulo 2)


Cuauhtémoc Figueroa, Zapata y César Chávez.

Cuauhtémoc Figueroa, Zapata y César Chávez.

¿Quién es Cuauhtémoc Figueroa? ¿Por qué lo eligió la campaña de Obama para entrenar a miles de organizadores y preparar a millones de voluntarios? ¿Cuál es la fuerza de supasado y sus raíces? ¿Qué cosas en común existen entre los ideales de un movimiento campesino forjado hace cuarenta años (bajo el grito de Sí se puede) y las motivaciones de miles de activistas sociales en la última campaña? El segundo capítulo de Obama Latino intenta contar una historia y descubrir algunas cosas.

Capítulo 2

César Chávez y los Figueroa

Cuauhtémoc Figueroa no fue capaz de pronunciar su nombre hasta el tercer grado de secundaria. Cuauhtémoc fue el último emperador azteca, el guerrero de los pies quemados que se negó a revelar a las tropas de Hernán Cortés el sitio donde se guardaban los tesoros de la gran Tenochtitlán. No desveló su secreto a pesar de la tortura y más tarde fue ejecutado por los conquistadores. En las oficinas de la campaña demócrata casi todos tenían el mismo problema con la pronunciación de ese nombre que en náhuatl significa “águila que cae” y comenzando por Barack Obama todos optaron por llamarlo Temo. Ahora Cuauhtémoc Figueroa repite su nombre con orgullo y un ligero acento gringo. Tiene cuarenta y cuatro años, un cuerpo compacto enmarcado por un cuello de toro joven y un estómago de bebedor de cerveza.

Nació en Blythe, una ciudad de California rodeada por montañas y atardeceres color mandarina incrustada en la planicie seca y ocre del desierto de Sonora —cerca de la frontera con Arizona— un destino imperdible para los buscadores de oro que asfixiaban la región en el siglo XIX. Su abuela, Carmen Acosta, nació en Arizona en una familia cuyas raíces con las tribus indias del Valle del Río Colorado se remontan seis generaciones atrás. La abuela de Carmen —tatarabuela de Cuauhtémoc— había sido Teodosia Murrieta Martínez, prima de Joaquín Murrieta, un personaje legendario de los tiempos de la fiebre del oro. Su origen es un misterio; algunos sostienen que era mexicano y otros que había llegado de Chile, pero lo que en realidad sigue causando pequeñas batallas en las mesas familiares de California es qué era en realidad ese hombre que en algunas imágenes antiguas lleva una cabellera de rizos negros elevados al cielo y un bigote recortado. Para unos era un vengador implacable de los abusos cometidos por los blancos contra los indios mexicanos —lo apodaron el “Robin Hood” de El Dorado— y para otros no era más que un bandolero que cometía todo tipo de crímenes. En casa de los Figueroa se jura que Teodosia cabalgó al lado de Joaquín Murrieta en una lucha contra las injusticias que todas las generaciones posteriores deberían perpetuar, como si se tratara de un destino inevitable.

Carmen Acosta se casó con Danuario Gómez Figueroa, un mexicano nacido en El Río Yaqui, al norte de México, que participó en varias huelgas de trabajadores mineros en Arizona. El padre de Danuario fue un sonorense que en 1906 se unió al paro en las minas de Cananea, un episodio que marcó uno de los antecedentes de la revolución mexicana. La pareja procreó cinco hijos: Danuario, Gilberto, Miguel, Alfredo y Nora, todos apellidados Acosta Figueroa. Miguel, padre de Cuauhtémoc, el tercero de los hermanos, trabajó treinta y dos años en el servicio postal, fue el primer presidente del sindicato en Blythe y la suya fue durante muchos años una casa que no sólo habitaban ellos y sus hijos, sino los campesinos y los inmigrantes que pasaban por ahí hambrientos y en el desamparo. La madre, Eloísa León, nació en Rice, un pueblito cerca de San Bernardino, California, hija de un trabajador ferrocarrilero. Alfredo, dos años menor que Miguel, fue compañero de lucha del legendario César Chávez, aquel hombre nacido en Arizona justo antes de la gran depresión de los años treinta. Chávez, sus padres y cinco hermanos se convirtieron en campesinos itinerantes que viajaban de un lugar a otro en busca de trabajo y comida cuando en Estados Unidos se vivía una de las peores crisis: un tercio de los trabajadores se habían quedado sin empleo y en las zonas rurales se replicaban escenas de miseria. Chávez se convirtió en líder del primer gran movimiento hispano en Estados Unidos. Defendió a los campesinos explotados de California y en 1962 fundó la Asociación Nacional de Trabajadores Campesinos, que puso fin a un largo periodo iniciado en 1900 durante el cual la industria agrícola de Estados Unidos se sostuvo en miles de trabajadores inmigrantes que recibían unos salarios de miseria, no estaban organizados y no tenían ninguna forma de protegerse.

Chávez lideró varias huelgas contra los productores y un boicot nacional a la uva de mesa apoyado por millones de estadounidenses. El movimiento se transformó en una batalla en defensa de los derechos civiles que fue apoyada por iglesias, estudiantes e incluso algunos productores, y con el paso del tiempo venció a la poderosa industria de la uva. Chávez era un firme creyente de que las injusticias podían ser derrotadas de manera pacífica: en varias ocasiones se declaró en huelga de hambre y terminó una de ellas sólo después de que Robert Kennedy asistió a una misa con ocho mil campesinos en un acto de solidaridad a su lucha. Murió en 1993, cuando encabezaba otro boicot y su funeral reunió a más de cuarenta mil personas. De una generación a otra, de bisabuelos a nietos, de padres a hijos, los sindicatos y las luchas sociales formaron parte de la vida de los Figueroa, como si se trataran de un miembro más de la familia.

Cuauhtémoc Figueroa es el sexto de siete hermanos. Crecieron en El Barrio Cuchillo, una colonia en las orillas de la ciudad ubicada en medio de grandes extensiones en las que sólo había tierra y un sol furioso. Era habitada por inmigrantes mexicanos que en los años sesenta cosechaban melones y sandías en condiciones que los convertían en los esclavos de la época. Desde pequeños crecieron escuchando a sus padres repetirles hasta el cansancio que debían graduarse de la universidad, pero mucho de lo que aprendieron los Figueroa desde la infancia, lo aprendieron en su casa, convertida en un diminuto centro de asistencia social, y en las calles de El Cuchillo. Alfredo Figueroa es diez años mayor que Cuauhtémoc y recuerda que cuando eran pequeños escuchaban al abuelo Danuario contar historias de sus batallas sindicales en las minas de Arizona. El viejo Danuario se hacía rodear por los hermanos mayores y como si fuesen frases extraídas de un cuento infantil les repetía tres ideas: nunca confíen en sus patrones, siempre deben compartir lo que tengan, así sea poco o nada, y el peor de los crímenes es negar un salario justo a un trabajador. Los Figueroa crecieron habituados a dar batallas donde fuese necesario: luchar era una forma de sobrevivencia.

“Siempre estábamos peleando con los gringos del barrio”, rememora Alfredo Acosta Figueroa, el tío que fuera compañero de César Chávez. Blythe era conocida en aquellos tiempos como “la pequeña Mississippi”, uno de esos pueblos estadounidenses en donde la discriminación racial contra los hijos de los inmigrantes nacidos en el pueblo y los trabajadores que llegaban desde México como parte del programa “Bracero” era cosa de todos los días. La ciudad estaba bajo dominio absoluto de los blancos: la estación de policía, las escuelas y los campos de cultivo. Alfredo Acosta Figueroa había trabajado en la cosecha de sandías y lechuga durante un tiempo; nadie le había descrito la vida de explotación de los chicanos y los campesinos: él mismo había soportado el maltrato y los salarios miserables. Un día de verano de 1960, un primo que vivía en Yuma, una población vecina, le entregó un volante que enumeraba las huelgas que se organizaban en varias comunidades y sin pensarlo dos veces se unió a la lucha por los derechos civiles de los campesinos. Después todos sus hermanos se sumaron al movimiento y apoyaron una huelga de cultivadores de lechuga en el Valle de Palo Verde, una región ubicada a medio camino entre Los Ángeles y Phoenix. Deseaban que el movimiento fuera una manifestación contra las injusticias cometidas contra los campesinos y la pobreza que azotaba a los numerosos pueblos del área habitados por chicanos. La huelga estalló y se desencadenaron algunos episodios de violencia. Cientos de campesinos fueron encarcelados y el movimiento fue derrotado. Las huelgas nunca se extendieron a Blythe, pero los Figueroa sufrieron las consecuencias de haber participado en las revueltas de Palo Verde: Miguel Acosta Figueroa, padre de Cuauhtémoc, fue despedido de la oficina de correos y junto con Alfredo, su hermano, fue llamado a una junta a la que asistieron los dueños de los bancos, los policías de la ciudad y los propietarios de los campos de cultivo, todos ciudadanos distinguidos y blancos. El mensaje fue claro: les dijeron que si deseaban seguir viviendo ahí lo mejor era que se olvidaran de las luchas campesinas.

Los siguientes años se dedicaron a trabajar en las minas, pero la casa de los Figueroa nunca dejó de ser un improvisado refugio en el que los padres de Cuauhtémoc siempre estaban desvelándose y ayudando a la gente a organizarse para sobrevivir en un clima de adversidades. Fue una época para no olvidar. Los Figueroa se involucraban cada vez más en la defensa de los campesinos. El movimiento crecía y también escalaban las amenazas y las acciones que intentaban reprimirlo. En 1963, Alfredo Acosta Figueroa fue brutalmente golpeado por la policía de Blythe cuando se encontraba en un restaurante mexicano y se convirtió en el primer chicano en ganar una demanda contra la alcaldía. Miguel Acosta Figueroa había entablado un juicio laboral que le permitió recuperar su empleo en la oficina de correos. Cuauhtémoc Figueroa nació un año más tarde y creció con sus hermanos en ese ambiente de luchas sindicales y reivindicación de los derechos de la comunidad latina. Poco después conocieron a César Chávez y apoyaron su deseo utópico de organizar a los campesinos en un sindicato.

Un año después del nacimiento de Temo, en 1964, Chávez conoció a Marshall Ganz, un joven que acababa de desertar de la Universidad de Harvard para unirse a la defensa de los derechos civiles de los negros y poco después de los campesinos de California. Junto con Ganz y con la participación de otros luchadores sociales y familias de sindicalistas como los Figueroa, la asociación presidida por Chávez desarrolló un método de organización comunitaria construido a partir de cientos de reuniones realizadas en casas de sindicalistas y organizadores campesinos. Ganz era un muchacho de veintidos años con un talento especial para transmitir ideas y motivar a la gente. Ayudó a Chávez a organizar a los campesinos, a quienes unificaban alrededor de los valores de justicia, libertad e igualdad, y en la idea de un profundo anhelo espiritual de cambio social. Cuando tenía seis años Cuauhtémoc Figueroa recibió su primera misión sindical: repartir agua a un grupo de hombres que marchaban y sudaban tanto que parecía que se consumirían bajo un calor cercano a los cincuenta grados centígrados. Protestaban a las puertas de Safeway, un popular supermercado estadounidense, que la tienda vendiera lechuga de productores que no pertenecían a la Asociación Nacional de Trabajadores del Campo fundada por César Chávez. En esa época no había semana en la que Eloísa, su madre, no cocinara platillos para los invitados que llegaban a la casa de El Barrio Cuchillo sin anunciarse: trabajadores, líderes sindicales, maestros y organizadores sociales. Los hermanos acompañaban a Miguel, su padre, y al tío Alfredo a las juntas y a las marchas de la Asociación Política México Americana, una organización que en los años sesenta se dedicó a dar voz a la comunidad chicana de California.

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